“Panteonero, panteonero”, grita Óscar Alzamora, golpeando los barrotes de la gran puerta del cementerio de La Almudena. Retumba un sonido tétrico y frío como la noche.
Al llamado acude un hombre vestido de negro. Su rostro está cubierto por una máscara oscura. Abre las puertas que chirrían y aparece una mujer de rostro pálido.
“Un día de ese lado y otro de este”, sentencia desde dentro del panteón y nos invita a pasar. En su mano derecha sostiene una diminuta vela rodeada de ajos y limones. Es para espantar a las almas que salen de sus tumbas de noche.
Somos treinta personas las que entramos. Se cierra la puerta. Sus caras expresan estupor y sonríen nerviosos.
Es jueves, siete de la noche. El cielo está un poco nublado, algunas estrellas pelean por dejarse ver en el firmamento. Ha empezado la visita guiada al cementerio. Vamos de la mano de la mujer al encuentro de historias del otro mundo".
Así comienza la nota: Un encuentro nocturno con el más allá en La Almudena escrito por José Víctor Salcedo en la nota publicada en el diario La República.
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